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Localizada en el estado de Veracruz, Catemaco, Es Tierra de chamanes, brujos, chaneques y encantos…. Lugar de paisajes exóticos que al ojo del viajero parecen postales. Y que al navegar en su famoso lago y arroyos, uno no deja de sentir que es trasportado, a una región donde la magia con todos sus matices y la naturaleza, coexisten desde hace mucho tiempo, así como una comunidad que se sirve de esta para subsistir. Cuando se habla con pescadores, guías o lancheros…no tardan en hablarle a uno sobre leyendas, espantos o deidades antiguas de pueblan el imaginario popular… Tal es el caso de Tláloc, señor de la estación lluviosa, «el néctar de la tierra»…y que según algunos, tenía su hogar donde desemboca el rio grande de Catemaco, el Salto de Eyipantla. Escondido en SAN ANDRES TUXTLA, Tal impacto causa al iniciado el salto, con el crujir y la furia de sus aguas, que da la sensación de que aún hoy las reminiscencias de Tláloc siguen vivas dentro de aquella cascada impresionante… Aun que la gente no hable mucho del tema y sean pocos los que se animen mencionarlo por el temor que les despierta, no faltan tampoco las sombras en Catemaco, ya sea que provengan de la propia “cueva del diablo” lugar donde los brujos acuden para hacen sus trabajos de magia negra. Hasta de aquellos que de manera independiente, se ofrecen al mejor postor para realizar amarres, daños o conjuros. Pero de la misma forma que el día le sigue a la noche, en Catemaco también hay chamanes, que a diferencia de los primeros, llevan a cabo curaciones y limpias a base de plantas medicinales, sortilegios y preparados. La selva misma es un lugar curioso, o al menos es la sensación que causa al viajero experimentado cuando la contempla de lejos. Porque se trata de un paisaje que incesantemente invita a explorarla, por su belleza y secretos, pero que si no se toman las precauciones necesarias, planificando previamente, podría uno toparse con una realidad muy humana, que nos hablaba de bandidos que aguardan a los incautos para asaltarlos. Aun así y pese a quien le pese, este tipo de acciones humanas, no parecen amedrentar a los antiguos, me refiero a los chaneques, de los que todavía se habla en la región, pequeños duendes que merodean por la selva y son representados en algunas zonas bien resguardadas Y bellas, como en la reserva Nanciyaga ((Nanciyagaz en náhuatl significa “al final de los árboles del nanche” / “musa de los sueños”)). Una zona segura en el corazón de Catemaco que rescata mucho de la selva y sus tradiciones, comprometiéndose de esta manera con el medioambiente y sus criaturas, inclusive aquellas inmateriales que forman parte de sus leyendas. Llego la hora de partir… Me alejo de esta tierra con la bendición de su patrona, la venerada Virgen del Carmen…y un conjunto de luces que se abren paso entre las nubes… Dejo tras de mí, un pueblo que posee una tradición mística diversa, herencia de ritos ancestrales y prácticas influenciadas por los que vinieron de lejos hace tiempo…de igual modo una gran cantidad de paisajes que cargados de vida y de color… siendo además escenario de muchas historias, no solo para aquellos que conviven con ella diariamente…sino también para los que acuden en su búsqueda desde diversas regiones, ya sea buscando respuestas concretas o simplemente dejándose encantar por lugares únicos…