Cuba en la sangre

by Charo Liébanas (Spain)

I didn't expect to find Cuba

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CUBA EN LA SANGRE Mi primera impresión fue llegar a una ciudad destruida tras un bombardeo. Sin embargo al día siguiente, en el malecón, descubrí una Habana distinta, viva, vibrante y me hechizó durante todo el viaje. Cuba se mete en tu sangre sin remedio. No son sólo sus paisajes, también su gente. Cuando llegas y bajas del avión, una bofetada de aire húmedo, con un olor característico te dice que "huele a Cuba". Olor a gasolina de baja o ninguna calidad, humedad, viejo, antígüo, madera...por todos los lugares donde posas tu mirada, la palma real, orgullosa, estilizada y altiva como el carácter de los cubanos. Empiezas el viaje recorriendo de este a oeste el caimán, que es a lo que se dice se parece el mapa de Cuba. Todas las tonalidades del verde y el azul en una isla donde la humedad puede alcanzar el 90% muchas veces. Uno espera el agua porque cree que así se refresca y el agua aparece casi todos los días en forma de aguaceros. De súbito cuando escampa, de la tierra roja sale un humo que te anuncia la subida de la temperatura. Los zunzún, cómo llaman en Cuba a los colibrís aparecen todas las tardes allá donde hay plantas. Es un espectáculo maravilloso verlos batir sus alas y detenerse en el aire para libar el néctar de las flores. Toda clase de lagartos, lagartijas, tortugas, cangrejos...naturaleza en estado puro, te persiguen a lo largo del viaje. Y cuando llega la tarde los vecinos de cualquier cuadra (calle), en cualquier lugar de Cuba, salen a jugar al dominó, entretenimiento nacional. Son gente sencilla y alegre. El cubano es pobre, pero no mísero. Sienten curiosidad por saber del resto del mundo. Cuba es su gente, cómo he dicho antes. La gente que te saluda con los ojos brillantes y te pregunta cuánto vale un Kilo de azúcar en tu país, la gente que a los españoles nos llama gallegos porque fue la principal emigración a la isla, la gente que con una cucharilla y un vaso hace música y baila siguiendo endemoniadamente el ritmo, pues lo llevan en la sangre, esa misma gente que danza al son de los tambores bata al ritmo de melodías africanas, orgullosos de sus orígenes. Cuando el virus de Cuba y sus habitantes te pica, ya sólo puedes regresar a casa con lágrimas en los ojos, oliendo la ropa cuando abres la maleta, oliendo a Cuba. ER 12/02/2020