Son las 10 de la noche y junto a un grupo de amigos de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO), nos avisan para embarcarnos rumbo a la aventura a Huamachuco, capital de la Provincia de Sánchez Carrión en el departamento de La Libertad, situada a una altitud de 3169 msnm. en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes, en un valle alto-andino a 184 km de la ciudad de Trujillo. Algunas de las personas que viajan conmigo iban por primera vez a esta tierra de grandes atractivos turísticos y religiosos, de un cielo celeste y un intenso aire frío. Durante el recorrido varios sufrimos los estragos de subir por primera vez a la sierra, hasta el punto de quedar pálidos y amarillos, seguramente por desconocer las causas del soroche. Los comentarios de algunos amigos que habían viajado antes me decían que los días en Huamachuco son fríos por las noches y con un silencio adormecedor. Yo tan sólo pienso en llegar y admirar ese bello cielo serrano, celeste de día y azul de noche. Ya pasaron cinco horas de viaje desde que salimos de Trujillo y hemos llegado. Todo está oscuro y el frío inexplicable aún nos tenía entumecidos. Observo detenidamente mi reloj que marca 3 y 50 de la madrugada, lo único que aún seguía caliente es el bus y quisiera abrazarlo. Después de caminar algunas cuadras y esquivar un par de mototaxistas madrugadores, por fin llegamos al Hostal Imperial. Hoy será un gran día aunque solo podamos descansar unas horas. Huamachuco me despierta por la pequeña ventana de la habitación con una irradiante mañana, la zona andina invita a apreciar su belleza. Me levanto y salgo hacer las primeras fotos de mi viaje. Aún nadie se levanta. Son las 8 de la mañana, es hora de empezar nuestra aventura. Caminamos sorprendidos rumbo al mercado principal de la ciudad donde ingresamos para tomar desayuno. Algunos tomaron caldo de gallina y otros caldo de carnero, era necesario para empezar con fuerza el camino rumbo a las ruinas de Marcahuamachuco. Seguimos nuestro camino por algunas calles hasta el puente de ingreso a la ciudad, nos desviamos por un camino de trocha rumbo a Marcawamachuko ubicado a 10 km. al noreste, el cual sobresale por sus murallas edificadas sobre abismos. La caminata que tuvo un promedio de 3 horas desde que salimos de Huamachuco fue impresionante. Cruzamos cerros y observamos bellos parajes caminando al filo del abismo. Los caminos de tierra y el sol por momentos me hacían sudar más de lo que me podía imaginar, sin embargo, los paisajes que uno puede observar son impresionantes. Por fin llegamos a Marcawamachuco, un complejo arqueológico impresionante. Las construcciones datan del 400 al 1000 d.C., la composición de la palabra proviene de la siguiente manera: Marka: Pueblo, Huamán: Halcón y Chuko: Gorro, que traduciéndose al español significaría “Pueblo de Hombres con Gorro de Halcón”. Amanece el segundo día, me despierto y salgo a ver la calle para sentir el sol serrano. Hoy tomamos el rumbo más cercano, ir a la Laguna Sausacocha, donde la naturaleza junto a la inmensidad de los paisajes conmueve a los visitantes. Las aguas son tranquilas y de allí salen las más deliciosas truchas. Este lugar se ha convertido en un lugar turístico que alberga cientos de visitantes que disfrutan de sus deliciosos potajes y hermosos paisajes, así como por sus noches estrelladas que se reflejan en el lago. La laguna tiene una profundidad de 12 metros y una extensión de 172 hectáreas, permite la navegación de pequeñas embarcaciones y fundamentalmente sirve como criadero de truchas. Como era día de fiesta pudimos observar la presentación de un conjunto folclórico que bailó la danza de los venados. Sin duda, Huamachuco conserva aún su cultura ancestral, donde la continuidad de sus costumbres sigue vigente. Ya eran casi las seis de la tarde y el sol se retiró haciéndonos sentir nuevamente el frio, olvidando el sol que habíamos tenido todo el día. Decidimos entonces despedirnos de la majestuosa laguna Sausacocha o "laguna de ensueño", donde los pobladores explican su origen mediante leyendas y mitos relatados por sus ancestros.