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Buenos Aires, tierra de contraste, de secretos, de tango, de nostalgia y necesidades. Argentina, un país inestable, decorado por las marchas en su 9 de julio mientras los turistas sacan fotos, en tanto cuidan sus bolsillos para no ser robados. Gente amable por un lado, ventajeros por el otro. Sus paisajes tienen tantos matices como las habilidades de sus habitantes para sobrevivir. Alguien que viene de afuera se puede quedar con un paseo por Caminito o con las vistas de Salta o lo impactante de las cataratas, sin tener en cuenta las maravillas que ofrece el sur, pero quien vive adentro sabe que esos manjares no son para sus paisanos. Un asado, cumbia y un vino barato. Viviendas precarias, hambre y desnutrición. Un dólar inestable y ina imparable inflación. Planes para solventar la ignorancia, impuestos imposibles de pagar, la muerte se encuentra en cada esquina con poca luz en un barrio neutral. Argentina, tierra de contrastes, es difícil de definir, es tan bella tu sonrisa como triste tu porvenir. Lindo para pasear por el camino amarillo, pero no salga de ahí, porque todo se vuelve confuso en cualquier rincón de un suburbio.